UN MILAGRO LLAMADO AMOR!
"Desde el fondo de ti, y arrodillado, un niño como yo, nos mira”
Pablo Neruda.
Segundo y Marta, una joven pareja –Bueno, no tan jóvenes, pues él tiene 40 años y ella 35.- Llegaron a vivir y ha buscar fortuna en el puerto sobre el Mar Pacífico; se vinieron desde la Capital llenos de ilusiones y proyectos, son personas acostumbradas al trabajo disciplinado y hacer negocios, pero sin muchos recursos económicos.
Les habían dicho, que en éste puerto todo estaba por hacerse, que trabajando muy ordenadamente conseguirían pronto fortuna…y vaya si la consiguieron. Montaron un pequeño restaurante, donde preparaban una comida exquisita y por la atención personalizada que le daban a sus visitantes siempre estaba copado en su capacidad; esto sumado a la visión para relacionarse con gente importante, fueron y haciendo amigos en el comercio. Así el éxito estuvo asegurado, primero fue el negocio de comidas, luego las heladerías y más tarde los almacenes de textiles y abarrotes.
Total está feliz pareja trabajaba duro y parejo todos los días, y se fueron consolidaban tanto en lo social como en lo económico, se podría decir que eran felices. Aunque, les faltaba lo que más anhelaban, tener una familia con hijos; por está razón doña Marta viajaba todos los meses a la Capital con el fin de hacerse los análisis médicos con el especialista, con la esperanza de concebir su primer hijo.
Precisamente éste fin de semana viajó para conocer los resultados y pruebas de fertilidad que le practicaron el mes anterior. Y se presumía que el estudio de los mismos duraría varios días por lo que demoraría varios días en esa ciudad. Además en la capital vivía su familia y era muy común, que cuando hacia estos viajes se quedara dos o tres días con ellos. Mientras tanto, su esposo quedaba a cargo de los negocios en el Puerto y estaría pendiente de las noticias de su esposa. El hombre se quedaba tranquilo sabiendo que su esposa siempre le comunicaría la fecha de su regreso a casa.
Ese viernes, en el control médico le diagnosticaron varios problemas en su matriz, y por sugerencia de su doctor debería someterse a un tratamiento especial, pero requería desde luego, que se pusieran de acuerdo con su esposo antes de tomar la decisión definitiva. Su preocupación era evidente, entonces decidió regresar al otro día; el vuelo saldría a las cinco de la mañana. - Por andar tan afanada no hizo ninguna llamada a su marido.-
Mientras tanto Segundo Portilla, trabajó todo el día en sus negocios, estuvo muy atento a las comunicaciones de su esposa le prometió, pero como no hubo ninguna, creyó que todo estaba bien.
Por la noche decidió divertirse un rato y de paso conversar con Carmen su secretaria a la que "admiraba" desde que ingreso a sus empresas, pero… desde lejos; pues su esposa no le daba espacio y las oportunidades eran en realidad muy pocas. Carmelita como le decían sus amigos era una mujer mulata muy joven y bella, escasos veinte años, como toda mujer costeña alegre muy abierta al diálogo, amante del baile y la buena música; recién salida de un instituto comercial, apenas se estaba estrenando como secretaria. Desde que ingreso a trabajar con los Portilla ellos la habían tratado con mucha deferencia, pues era muy buena trabajadora siempre se mostraba muy eficaz en sus labores.
A Marta no le caía mal, pero le parecía que los vestidos que usaba eran muy cortos, siempre mostrando sus bellas piernas; eso la molestaba un poco, especialmente porque su esposo la miraba con mucho disimulo cuando creía que no lo estaban mirando –Pero su mujer siempre estaba atenta a las miradas de su esposo-
Ese viernes a Segundo, se le dieron todas las cosas al mismo tiempo, estaba sólo y Carmelita tenía una reunión de compañeros de estudio, lógicamente que invitó a su jefe, que entre muchas cosas la tenía como loca con sus galanteos a hurtadillas.
Fueron a la reunión, bailaron un rato y luego visitaron un bar medio clandestino para enamorados y bebieron algunas copas.
Más tarde el galán de medio pelo, invitó a la joven muchacha a su casa con el pretexto de "buscar unos papeles" que necesitaba, ella sin poner ninguna objeción acepto. Ahí, es cuando las cosas se empiezan a complicar, pues ya en casa, Segundo prende su equipo de música, sirve algunos tragos y la invita a bailar, mejor dicho organiza su fiesta privada. “Y un diablo llamado carne, deseo o lujuria, hace su trabajo bien hecho”. Carmen termina metida en la cama de su patrona, tiene su primera "vez" y amanece en brazos de su fortuito galán.
A las tres de la madrugada quiso marcharse para su casa, pero Segundo, muy orondo dijo: -Para que nos vamos a ir, si mi esposa no regresa si no hasta el martes; además la estamos pasando muy rico.
-Si, pero cuando yo llegue a mi casa, mi papá me va a asesinar, contesto Carmen, muy preocupada; además tengo que madrugar al trabajo.
-¿Y con quién crees que estás ahora? estás con el dueño del aviso…no te habías dado cuenta. Je…je.
La muchacha apenas atinó a sonreír, se refugió en los brazos de Segundo, pero quedó muy intranquila.
El sábado a las cinco de la madrugada, Marta llega con afán al terminal aéreo, busca un cupo para viajar al Puerto, en el despacho de la aerolínea hace turno pacientemente con la esperanza de poder viajar en ese vuelo, está impaciente por llegar a su hogar, el tratamiento médico la tiene muy preocupada, deberá resolver con su esposo a la mayor brevedad la recomendación de su Médico.
-Doña Marta: Está difícil la asignación del cupo, recuerde que la gente viaja siempre a pasar el fin de semana en la playa, los cupos se venden hasta con un mes de anticipación. -Le comentaba el empleado de la empresa de aviación a la atribulada mujer-
-No me importaría tener que pagar un pasaje por encima de su costo, me urge llegar hoy.
-Ande no sea mala gente, ayúdeme que yo le doy su buena propina, le decía casi suplicando.
Faltando cinco minutos cerraron el vuelo, un pasajero no llegó y Martica pudo subir al avión. El vuelo fue muy tranquilo, ella en lo único que pensaba era en lo cruel que la trataba la vida, loca por tener un hijo, clamaba a Dios todos los días, pero nada que quedaba embarazada; tratamientos especiales, medicinas, etcétera. ¡Qué no había hecho por el anhelado hijo! tanto dinero gastado y nada.
Ahora le salían con el cuento que necesitaría una operación, eso costaría una fortuna…pero no importaba todo era por la felicidad del matrimonio, por la alegría de ser madre, y el amor que sentía por su esposo, -seguramente, su amado la estaría esperando en la casa- y podrían comunicarle hoy mismo al doctor la aprobación de la cirugía.
El avión llegó muy cumplido a las seis y cuarenta de la mañana, cómo no tenía equipaje descendió rápidamente, abordo un taxi para dirigirse a su residencia, llegó casi volando. Pagó el servicio y abrió la puerta de su casa, le pareció muy extraño ver desorden en la sala, -anoche Segundo invitó a sus amigos a beber- Pensaba mientras iba recogiendo copas y vasos.
Dejó los pocos paquetes que traía y se dirigió a su alcoba. Y cuál sería su ¡sorpresa! cuando encontró a su esposo acostado y durmiendo, desnudo con su secretaria abrazada a él en su propia cama. La pobre mujer quedo muda, la invadió el pánico y una profunda tristeza, mucho rencor y rabia. Los gritos y reproches no se hicieron esperar, levantó la sabana que los medio cubría, tomó de los cabellos a la muchacha, quién pegó un aterrador grito, quedó paralizada, aterrada casi muerta, lo único que decía era: Perdone doña Marta, perdón... perdón. La sacó desnuda a la calle y le gritaba… ¡perra inmunda! si la vuelvo a ver le juro que la mato.
Regreso a su alcoba, su esposo se estaba incorporando cuando la vio de frente, recibió un par de bofetadas en su cara, -en ese momento vio claramente lo que podría ocurrir- la tragedia se veía venir, su esposa estaba descompuesta, aullaba como un animal en celo, le gritaba: -puerco, sucio, infame, en mi propia cama, en mi casa, ¿cómo fue capaz de hacerme esto? ¡Miserable! ¡Cobarde! Lo único que merece es que lo mate como a un perro sarnoso; corrió rápidamente a la mesa de la alcoba, sacó la pistola que mantenían para su seguridad y sin pensarlo le pegó cinco tiros en su cuerpo. Segundo se fue cayendo sobre la cama despacio…como en cámara lenta, mientras la miraba aterrado.
Los vecinos después del monumental escándalo, llamaron a la policía y al servicio de urgencias médicas. Ellos llegaron rápidamente, condujeron al herido al hospital. Mientras tanto la policía tenía dificultades para dominar a la dama ofendida, que no paraba de llorar y lanzar insultos contra su marido y su amante…repetía una y otra vez en mi propia cama, tenían que venir a revolcarse como animales, degenerados, miserables, ojalá que se murieran los dos a la vez.
En ese mismo instante, a la que también le iba mal era a Carmen; pues a esa hora, siete de la mañana, es cuando salen para el trabajo la mayoría de los trabajadores del puerto, ellos esperaban el bus en las esquinas y en los paraderos, y está muchacha corría desnuda aterrada, había escuchado los tiros en la casa, pensaba que la patrona la venia siguiendo para matarla, así que corrió como loca por las calles que la separaban de su residencia, hasta llegar allí en ese estado para sorpresa de su familia.
Por su parte, Segundo aunque estaba muy mal herido, los médicos de turno pudieron controlar las heridas. Eso si, aconsejando trasladar de urgencias al herido para un hospital en la Capital, requería tratamiento especializado. Antes de ser llevado, habló con miembros de su familia y de la policía solicitándoles que no fueran a presentar ningún cargo contra su esposa, él se declaraba culpable de todo el incidente.
De todas maneras Marta, fue detenida precautoriamente, hasta ser investigados los hechos; pero en lugar de ir a la cárcel, fue llevada casi amarrada a un hospital psiquiátrico, estaba prácticamente desquiciada.
Al cabo de un mes salió del hospital, la fiscalía no presentó cargos contra ella; inmediatamente viajó a la capital para reunirse con su familia.
Para Carmen no terminaba su viacrucis, o mejor apenas empezaba, resultó ¡embarazada! Se negó rotundamente ha practicarse un aborto inducido por un médico; sus padres no tuvieron más remedio que mandarla a la capital. –Para que pudiera tener su hijo en sana paz- en el pueblo era la comidilla de todos los chismes, en los corrillos y reuniones, no paraban de señalarla como la mala del paseo.
Por esas cosas del destino, los comprometidos en está trilogía amorosa estaban enfermos de alguna causa diferente en la capital.
Segundo, recuperándose de sus heridas. -No paraba de enviarle flores a su esposa solicitando su perdón- Martha ya más calmada, pero sin sanar sus heridas, con un rencor inmenso que le corroía el alma. Carmen quizás era la víctima más golpeada dadas las circunstancias, esperando un hijo no deseado con un enorme remordimiento por lo sucedido, eso sin contar que sus padres no le perdonaban la vergüenza que les había hecho pasar.
De todas maneras para Segundo, no fue tan difícil recuperarse, pronto abandonó la clínica y regresó al puerto. Como era un hombre adinerado, sencillamente la gente hablaba de él en voz baja, pero nadie le hacia mal ambiente, el dejó a las dos mujeres en la Capital sin saber lo que lo que estaba pasando. -Se puso de nuevo al frente de sus negocios, con la esperanza de reorganizar su vida-
Pasados escasos diez meses del drama vivido, una mañana en la casa de Marta, llegó una visita inesperada…
-Marta: ¡En la puerta hay una joven mujer con un bebé en sus brazos y dice que quiere verte con urgencia!
-¿Quién es?
Dice que se llama Carmen y que tiene que hablar contigo de inmediato.
¿Carmen? la única que conozco es la “bandida” que estaba acostada con mi marido.
¿Será que quiere que cumpla con lo que le prometí ese día?
-Mira cálmate, yo creo que es mejor que la recibas y arregles éste problema de una vez por todas, esa muchacha se ve muy angustiada. Concluyó la madre de Marta.
-Está bien por favor di le que siga y me espere un momento, mientras yo tomo un poco de aire, para escuchar las sandeces que seguramente vendrá a decirme.
La aterrorizada Carmen, siguió a una salita al pie de la puerta de entrada de la residencia de la ofendida esposa, se sentó en la primera silla que encontró, espero con impaciencia. Al fin apareció Marta, al verla se puso de pie de inmediato.
-Tartamudeando le dijo: doña Marta yo he venido a que hablemos, y ha pedirle perdón por el daño que pude haberle causado, sé que fue horrible, qué nunca debió suceder, por favor ¡perdóneme!
-Marta, algo desconcertada sólo la miraba, ya no sentía rabia con está muchacha sino más bien lástima, pues se veía frágil e indefensa con un bebé en sus brazos, y a propósito ¿Qué hace con ese niño? - preguntó para sus adentros.
-La confundida Carmen continuó hablando, este bebé que tengo en mi regazo, es el fruto de lo que no debió de pasar aquella noche con don Segundo; yo no quiero incriminar a nadie de pronto todo la culpa es mía, pero de lo que si estoy segura es que mi bebé es inocente, es el hijo de su esposo. Doña Marta: recíbalo por favor, yo no puedo hacerme cargo de él, ni siquiera puedo regresar al puerto, pues mis padres se morirían de la vergüenza con sus amigos, yo lo único que tengo ahora es la posibilidad de viajar a España, donde viven unas tías que me han ofrecido su apoyo en este momentos.
Marta se quedo mirándola cómo que no creía lo que veía, un hijo de Segundo, ¿Cuántas veces lo habían buscado? Nunca había podido quedar en cinta, y ahora llegaba está muchachita, le traía un hijo de él. No puede ser posible lo que estaba oyendo y viendo, sintió envidia, pero de la buena con está joven. De repente dijo: déjame ver el muchachito, Carmen se acercó, se lo entregó a la dolida Marta, ella poco a poco le fue quitando la cobija que lo envolvía.
-¿Qué es, niño o niña?
-Mire usted misma le contesto Carmen, ya más calmada.
-Marta casi que llorando fue desvistiendo al bebé, cada vez lo veía más hermoso, más indefenso, más tierno, todo su instinto maternal se fue despertando y al fin pudo contemplarla en todo su esplendor, era una preciosa niña…y de inmediato replicó… ¡pero yo no se la puedo cuidar!
-No doña Marta, yo no quiero que cuide ha Milagros, yo lo que deseo es que usted sea la verdadera madre de mi hija, yo me tengo que ir, no se si pueda volver; quizás nunca la vuela a ver, mejor madre para ella que usted, no habrá sobre la tierra.
-¿Por qué estas tan segura?, replicó Marta.
- yo se que usted ama a los niños, de hecho hace tiempo ha estado buscando un hijo y no lo ha podido conseguir.
-Marta, no tuvo ningún otro argumento válido; sólo atinó a decir ¿Qué necesita? ¿Acaso dinero?
-Doña Marta: yo estoy muy apenada con usted, pero por favor no me humille más. El sólo hecho que usted se haga cargo de mi hija ya es tranquilidad para mi, yo sé que en mejores manos no puede estar, yo sólo le pido que la ame como hija suya, aquí le dejo dos cartas para que las lea a su debido tiempo; una es para su esposo, la otra para mi la niña, que a partir de ahora es suya; quizás algún día, le pueda preguntar algo y usted no tendrá ningún problema al contestarle.
-Por favor dígale toda la verdad.
La muchacha se fue rápidamente y se perdió en la distancia, Marta recobró la ilusión de vivir, se dedicó por completo al cuidado de la niña.
Segundo, seguía haciéndose más rico todos los días, pero siempre pensando en recuperar a su esposa, aunque no era mucho lo que en realidad hacia para tal fin.
Un día le llegaron con el cuento que su esposa se había enamorado locamente de un jovencito, qué de la unión, había nacido una niña y tenia más de un año, al principio no lo creyó; pero le llevaron una fotografía de Marta con la bebé. El hombre se llenó de celos y rencor, primero con él mismo, luego con su esposa, por lo que él creía que era una traición. Se dispuso a viajar lleno de veneno y odio en su corazón por la "mala esposa" que tenía. -Pensaba, tal vez le pueda devolver algo de la medicina que un día me dio, tomó su pistola y fue en busca de ella.
Al llegar parecía un demente, casi tumba la puerta de la casa de sus suegros, sin saludar entró en la residencia, empezó a buscarla por todas partes.
¿Dónde está esa mala mujer? ¡Aullaba cual animal herido! un día casi me asesina, nunca quiso darme un hijo y a un aparecido, le da una hija.
Marta, estaba alimentando a la bebita, cuando el hombre entró enfurecido, sintió un poco de miedo, pero al final le gritó… ¡No sea imbécil!
-Yo no soy de la misma ralea suya, está niña si es mía; pero es más suya que mía.
-Debería darle vergüenza entrar así a una casa decente, me hace el favor de salir de inmediato o llamo a la policía…
En esos momentos entró la madre de Marta, y gritó…paren éste burdo espectáculo de inmediato. Le contó toda la historia al sorprendido y apenado hombre, mientras su esposa fue y saco la carta dejada por Carmen para él, tomó la misiva, se sentó en un rincón de la sala y empezó a leer.
"Hola: Aunque solamente tuve la oportunidad de conocerte una vez, y desgraciadamente salió mal para los dos. En forma involuntaria de mi parte quizás yo fui la responsable, sé del daño causado a Doña Marta, su legítima esposa, ya le pedí perdón y espero que me lo haya otorgado.
Quiero que sepas que te ame intensamente en esa noche, que te entregue mi inocencia y me convertí en mujer. Me salió caro, muy caro amarte. ¡Pero que le vamos a hacer! fue el precio que pagamos, por una locura, pero valió la pena…
De esa noche de amor queda la pequeña Milagros. La he llamado así, porque ha sido un milagro para mi vida.
Me cambio todo y por primera vez pude ver mas lejos de mi nariz. Se la entregue a tú esposa, como ofrenda de amor por el daño que le pude causar.
Es tu hija, tómala, cuídala es carne de tu carne, sangre de los dos, ¡fruto del amor! imposible.
¡Pero es una bendición!
No se si me amaste…déjeme soñar que sí...
Yo te ame con locura, con pasión,
No me arrepiento.
Espero que en adelante ames a tu hija, tanto como yo le amo.
Con amor,
Carmen.
Segundo: El macho cabrío, fuerte y dominador, quedó atolondrado y anonadado. Sumido en una profunda depresión; cada día que pasaba se daba cuenta lo ciego que había sido, primero con su esposa y luego con la desdichada de Carmen, que en últimas fue la que pago el precio de su altivez. Trato de hablar con su esposa y convencerla de volver al hogar, pero ella sólo atinaba decir; hay que esperar, el tiempo es el mejor aliado y Dios tiene la última palabra, sólo él conoce el camino.
El adolorido hombre se fue pensando que hubiera pasado, si no aparece la madre de Marta en el momento que ella lo enfrentaba.
Una voz interior preguntaba ¿Qué? ¿Le hubieras disparado a tú esposa?
No sé, contestó, ¡Tal vez!
Por su parte Marta, abrió el sobre dejado para su hija, la misiva decía así:
"Amada Milagros:
Te hablo desde lo más profundo de mí ser,
Dios me regalo nueve maravillosos meses,
Sintiendo la calidez de tu cuerpo dentro de mi vientre.
Eres perfecta, un regalo del cielo,
Pero...yo no soy tu verdadera madre,
Sólo fui un instrumento en las manos de Dios,
Tú verdadera madre es Marta, la que está al pie tuyo todos los días.
La que te cuida y se desvela,
Noche a noche, la que te da cariño y te abraza con tanto amor,
La que te da las buenas noches, te besa,
Te canta, ríe y llora contigo.
Yo sólo te di parte de mi vida.
Tienes que tener presente que tú madre
Siempre estará ahí,
Ella clamó a Dios y él hizo el milagro a través mío.
La mujer no solamente, es madre cuando puede parir un hijo.
También se es cuando se cría, edifica, forma y educa.
Ten siempre presente que yo estaré conectada a ti y tú en mí.
A dónde quieras que tú vayas, yo iré contigo, nos une el lazo del amor.
Siempre te amaré,
Carmen.
Fin.
Escrito por:
Raúl Bernal Samudio.
Bogotá, D.C Junio28 del 2.008
"Desde el fondo de ti, y arrodillado, un niño como yo, nos mira”
Pablo Neruda.
Segundo y Marta, una joven pareja –Bueno, no tan jóvenes, pues él tiene 40 años y ella 35.- Llegaron a vivir y ha buscar fortuna en el puerto sobre el Mar Pacífico; se vinieron desde la Capital llenos de ilusiones y proyectos, son personas acostumbradas al trabajo disciplinado y hacer negocios, pero sin muchos recursos económicos.
Les habían dicho, que en éste puerto todo estaba por hacerse, que trabajando muy ordenadamente conseguirían pronto fortuna…y vaya si la consiguieron. Montaron un pequeño restaurante, donde preparaban una comida exquisita y por la atención personalizada que le daban a sus visitantes siempre estaba copado en su capacidad; esto sumado a la visión para relacionarse con gente importante, fueron y haciendo amigos en el comercio. Así el éxito estuvo asegurado, primero fue el negocio de comidas, luego las heladerías y más tarde los almacenes de textiles y abarrotes.
Total está feliz pareja trabajaba duro y parejo todos los días, y se fueron consolidaban tanto en lo social como en lo económico, se podría decir que eran felices. Aunque, les faltaba lo que más anhelaban, tener una familia con hijos; por está razón doña Marta viajaba todos los meses a la Capital con el fin de hacerse los análisis médicos con el especialista, con la esperanza de concebir su primer hijo.
Precisamente éste fin de semana viajó para conocer los resultados y pruebas de fertilidad que le practicaron el mes anterior. Y se presumía que el estudio de los mismos duraría varios días por lo que demoraría varios días en esa ciudad. Además en la capital vivía su familia y era muy común, que cuando hacia estos viajes se quedara dos o tres días con ellos. Mientras tanto, su esposo quedaba a cargo de los negocios en el Puerto y estaría pendiente de las noticias de su esposa. El hombre se quedaba tranquilo sabiendo que su esposa siempre le comunicaría la fecha de su regreso a casa.
Ese viernes, en el control médico le diagnosticaron varios problemas en su matriz, y por sugerencia de su doctor debería someterse a un tratamiento especial, pero requería desde luego, que se pusieran de acuerdo con su esposo antes de tomar la decisión definitiva. Su preocupación era evidente, entonces decidió regresar al otro día; el vuelo saldría a las cinco de la mañana. - Por andar tan afanada no hizo ninguna llamada a su marido.-
Mientras tanto Segundo Portilla, trabajó todo el día en sus negocios, estuvo muy atento a las comunicaciones de su esposa le prometió, pero como no hubo ninguna, creyó que todo estaba bien.
Por la noche decidió divertirse un rato y de paso conversar con Carmen su secretaria a la que "admiraba" desde que ingreso a sus empresas, pero… desde lejos; pues su esposa no le daba espacio y las oportunidades eran en realidad muy pocas. Carmelita como le decían sus amigos era una mujer mulata muy joven y bella, escasos veinte años, como toda mujer costeña alegre muy abierta al diálogo, amante del baile y la buena música; recién salida de un instituto comercial, apenas se estaba estrenando como secretaria. Desde que ingreso a trabajar con los Portilla ellos la habían tratado con mucha deferencia, pues era muy buena trabajadora siempre se mostraba muy eficaz en sus labores.
A Marta no le caía mal, pero le parecía que los vestidos que usaba eran muy cortos, siempre mostrando sus bellas piernas; eso la molestaba un poco, especialmente porque su esposo la miraba con mucho disimulo cuando creía que no lo estaban mirando –Pero su mujer siempre estaba atenta a las miradas de su esposo-
Ese viernes a Segundo, se le dieron todas las cosas al mismo tiempo, estaba sólo y Carmelita tenía una reunión de compañeros de estudio, lógicamente que invitó a su jefe, que entre muchas cosas la tenía como loca con sus galanteos a hurtadillas.
Fueron a la reunión, bailaron un rato y luego visitaron un bar medio clandestino para enamorados y bebieron algunas copas.
Más tarde el galán de medio pelo, invitó a la joven muchacha a su casa con el pretexto de "buscar unos papeles" que necesitaba, ella sin poner ninguna objeción acepto. Ahí, es cuando las cosas se empiezan a complicar, pues ya en casa, Segundo prende su equipo de música, sirve algunos tragos y la invita a bailar, mejor dicho organiza su fiesta privada. “Y un diablo llamado carne, deseo o lujuria, hace su trabajo bien hecho”. Carmen termina metida en la cama de su patrona, tiene su primera "vez" y amanece en brazos de su fortuito galán.
A las tres de la madrugada quiso marcharse para su casa, pero Segundo, muy orondo dijo: -Para que nos vamos a ir, si mi esposa no regresa si no hasta el martes; además la estamos pasando muy rico.
-Si, pero cuando yo llegue a mi casa, mi papá me va a asesinar, contesto Carmen, muy preocupada; además tengo que madrugar al trabajo.
-¿Y con quién crees que estás ahora? estás con el dueño del aviso…no te habías dado cuenta. Je…je.
La muchacha apenas atinó a sonreír, se refugió en los brazos de Segundo, pero quedó muy intranquila.
El sábado a las cinco de la madrugada, Marta llega con afán al terminal aéreo, busca un cupo para viajar al Puerto, en el despacho de la aerolínea hace turno pacientemente con la esperanza de poder viajar en ese vuelo, está impaciente por llegar a su hogar, el tratamiento médico la tiene muy preocupada, deberá resolver con su esposo a la mayor brevedad la recomendación de su Médico.
-Doña Marta: Está difícil la asignación del cupo, recuerde que la gente viaja siempre a pasar el fin de semana en la playa, los cupos se venden hasta con un mes de anticipación. -Le comentaba el empleado de la empresa de aviación a la atribulada mujer-
-No me importaría tener que pagar un pasaje por encima de su costo, me urge llegar hoy.
-Ande no sea mala gente, ayúdeme que yo le doy su buena propina, le decía casi suplicando.
Faltando cinco minutos cerraron el vuelo, un pasajero no llegó y Martica pudo subir al avión. El vuelo fue muy tranquilo, ella en lo único que pensaba era en lo cruel que la trataba la vida, loca por tener un hijo, clamaba a Dios todos los días, pero nada que quedaba embarazada; tratamientos especiales, medicinas, etcétera. ¡Qué no había hecho por el anhelado hijo! tanto dinero gastado y nada.
Ahora le salían con el cuento que necesitaría una operación, eso costaría una fortuna…pero no importaba todo era por la felicidad del matrimonio, por la alegría de ser madre, y el amor que sentía por su esposo, -seguramente, su amado la estaría esperando en la casa- y podrían comunicarle hoy mismo al doctor la aprobación de la cirugía.
El avión llegó muy cumplido a las seis y cuarenta de la mañana, cómo no tenía equipaje descendió rápidamente, abordo un taxi para dirigirse a su residencia, llegó casi volando. Pagó el servicio y abrió la puerta de su casa, le pareció muy extraño ver desorden en la sala, -anoche Segundo invitó a sus amigos a beber- Pensaba mientras iba recogiendo copas y vasos.
Dejó los pocos paquetes que traía y se dirigió a su alcoba. Y cuál sería su ¡sorpresa! cuando encontró a su esposo acostado y durmiendo, desnudo con su secretaria abrazada a él en su propia cama. La pobre mujer quedo muda, la invadió el pánico y una profunda tristeza, mucho rencor y rabia. Los gritos y reproches no se hicieron esperar, levantó la sabana que los medio cubría, tomó de los cabellos a la muchacha, quién pegó un aterrador grito, quedó paralizada, aterrada casi muerta, lo único que decía era: Perdone doña Marta, perdón... perdón. La sacó desnuda a la calle y le gritaba… ¡perra inmunda! si la vuelvo a ver le juro que la mato.
Regreso a su alcoba, su esposo se estaba incorporando cuando la vio de frente, recibió un par de bofetadas en su cara, -en ese momento vio claramente lo que podría ocurrir- la tragedia se veía venir, su esposa estaba descompuesta, aullaba como un animal en celo, le gritaba: -puerco, sucio, infame, en mi propia cama, en mi casa, ¿cómo fue capaz de hacerme esto? ¡Miserable! ¡Cobarde! Lo único que merece es que lo mate como a un perro sarnoso; corrió rápidamente a la mesa de la alcoba, sacó la pistola que mantenían para su seguridad y sin pensarlo le pegó cinco tiros en su cuerpo. Segundo se fue cayendo sobre la cama despacio…como en cámara lenta, mientras la miraba aterrado.
Los vecinos después del monumental escándalo, llamaron a la policía y al servicio de urgencias médicas. Ellos llegaron rápidamente, condujeron al herido al hospital. Mientras tanto la policía tenía dificultades para dominar a la dama ofendida, que no paraba de llorar y lanzar insultos contra su marido y su amante…repetía una y otra vez en mi propia cama, tenían que venir a revolcarse como animales, degenerados, miserables, ojalá que se murieran los dos a la vez.
En ese mismo instante, a la que también le iba mal era a Carmen; pues a esa hora, siete de la mañana, es cuando salen para el trabajo la mayoría de los trabajadores del puerto, ellos esperaban el bus en las esquinas y en los paraderos, y está muchacha corría desnuda aterrada, había escuchado los tiros en la casa, pensaba que la patrona la venia siguiendo para matarla, así que corrió como loca por las calles que la separaban de su residencia, hasta llegar allí en ese estado para sorpresa de su familia.
Por su parte, Segundo aunque estaba muy mal herido, los médicos de turno pudieron controlar las heridas. Eso si, aconsejando trasladar de urgencias al herido para un hospital en la Capital, requería tratamiento especializado. Antes de ser llevado, habló con miembros de su familia y de la policía solicitándoles que no fueran a presentar ningún cargo contra su esposa, él se declaraba culpable de todo el incidente.
De todas maneras Marta, fue detenida precautoriamente, hasta ser investigados los hechos; pero en lugar de ir a la cárcel, fue llevada casi amarrada a un hospital psiquiátrico, estaba prácticamente desquiciada.
Al cabo de un mes salió del hospital, la fiscalía no presentó cargos contra ella; inmediatamente viajó a la capital para reunirse con su familia.
Para Carmen no terminaba su viacrucis, o mejor apenas empezaba, resultó ¡embarazada! Se negó rotundamente ha practicarse un aborto inducido por un médico; sus padres no tuvieron más remedio que mandarla a la capital. –Para que pudiera tener su hijo en sana paz- en el pueblo era la comidilla de todos los chismes, en los corrillos y reuniones, no paraban de señalarla como la mala del paseo.
Por esas cosas del destino, los comprometidos en está trilogía amorosa estaban enfermos de alguna causa diferente en la capital.
Segundo, recuperándose de sus heridas. -No paraba de enviarle flores a su esposa solicitando su perdón- Martha ya más calmada, pero sin sanar sus heridas, con un rencor inmenso que le corroía el alma. Carmen quizás era la víctima más golpeada dadas las circunstancias, esperando un hijo no deseado con un enorme remordimiento por lo sucedido, eso sin contar que sus padres no le perdonaban la vergüenza que les había hecho pasar.
De todas maneras para Segundo, no fue tan difícil recuperarse, pronto abandonó la clínica y regresó al puerto. Como era un hombre adinerado, sencillamente la gente hablaba de él en voz baja, pero nadie le hacia mal ambiente, el dejó a las dos mujeres en la Capital sin saber lo que lo que estaba pasando. -Se puso de nuevo al frente de sus negocios, con la esperanza de reorganizar su vida-
Pasados escasos diez meses del drama vivido, una mañana en la casa de Marta, llegó una visita inesperada…
-Marta: ¡En la puerta hay una joven mujer con un bebé en sus brazos y dice que quiere verte con urgencia!
-¿Quién es?
Dice que se llama Carmen y que tiene que hablar contigo de inmediato.
¿Carmen? la única que conozco es la “bandida” que estaba acostada con mi marido.
¿Será que quiere que cumpla con lo que le prometí ese día?
-Mira cálmate, yo creo que es mejor que la recibas y arregles éste problema de una vez por todas, esa muchacha se ve muy angustiada. Concluyó la madre de Marta.
-Está bien por favor di le que siga y me espere un momento, mientras yo tomo un poco de aire, para escuchar las sandeces que seguramente vendrá a decirme.
La aterrorizada Carmen, siguió a una salita al pie de la puerta de entrada de la residencia de la ofendida esposa, se sentó en la primera silla que encontró, espero con impaciencia. Al fin apareció Marta, al verla se puso de pie de inmediato.
-Tartamudeando le dijo: doña Marta yo he venido a que hablemos, y ha pedirle perdón por el daño que pude haberle causado, sé que fue horrible, qué nunca debió suceder, por favor ¡perdóneme!
-Marta, algo desconcertada sólo la miraba, ya no sentía rabia con está muchacha sino más bien lástima, pues se veía frágil e indefensa con un bebé en sus brazos, y a propósito ¿Qué hace con ese niño? - preguntó para sus adentros.
-La confundida Carmen continuó hablando, este bebé que tengo en mi regazo, es el fruto de lo que no debió de pasar aquella noche con don Segundo; yo no quiero incriminar a nadie de pronto todo la culpa es mía, pero de lo que si estoy segura es que mi bebé es inocente, es el hijo de su esposo. Doña Marta: recíbalo por favor, yo no puedo hacerme cargo de él, ni siquiera puedo regresar al puerto, pues mis padres se morirían de la vergüenza con sus amigos, yo lo único que tengo ahora es la posibilidad de viajar a España, donde viven unas tías que me han ofrecido su apoyo en este momentos.
Marta se quedo mirándola cómo que no creía lo que veía, un hijo de Segundo, ¿Cuántas veces lo habían buscado? Nunca había podido quedar en cinta, y ahora llegaba está muchachita, le traía un hijo de él. No puede ser posible lo que estaba oyendo y viendo, sintió envidia, pero de la buena con está joven. De repente dijo: déjame ver el muchachito, Carmen se acercó, se lo entregó a la dolida Marta, ella poco a poco le fue quitando la cobija que lo envolvía.
-¿Qué es, niño o niña?
-Mire usted misma le contesto Carmen, ya más calmada.
-Marta casi que llorando fue desvistiendo al bebé, cada vez lo veía más hermoso, más indefenso, más tierno, todo su instinto maternal se fue despertando y al fin pudo contemplarla en todo su esplendor, era una preciosa niña…y de inmediato replicó… ¡pero yo no se la puedo cuidar!
-No doña Marta, yo no quiero que cuide ha Milagros, yo lo que deseo es que usted sea la verdadera madre de mi hija, yo me tengo que ir, no se si pueda volver; quizás nunca la vuela a ver, mejor madre para ella que usted, no habrá sobre la tierra.
-¿Por qué estas tan segura?, replicó Marta.
- yo se que usted ama a los niños, de hecho hace tiempo ha estado buscando un hijo y no lo ha podido conseguir.
-Marta, no tuvo ningún otro argumento válido; sólo atinó a decir ¿Qué necesita? ¿Acaso dinero?
-Doña Marta: yo estoy muy apenada con usted, pero por favor no me humille más. El sólo hecho que usted se haga cargo de mi hija ya es tranquilidad para mi, yo sé que en mejores manos no puede estar, yo sólo le pido que la ame como hija suya, aquí le dejo dos cartas para que las lea a su debido tiempo; una es para su esposo, la otra para mi la niña, que a partir de ahora es suya; quizás algún día, le pueda preguntar algo y usted no tendrá ningún problema al contestarle.
-Por favor dígale toda la verdad.
La muchacha se fue rápidamente y se perdió en la distancia, Marta recobró la ilusión de vivir, se dedicó por completo al cuidado de la niña.
Segundo, seguía haciéndose más rico todos los días, pero siempre pensando en recuperar a su esposa, aunque no era mucho lo que en realidad hacia para tal fin.
Un día le llegaron con el cuento que su esposa se había enamorado locamente de un jovencito, qué de la unión, había nacido una niña y tenia más de un año, al principio no lo creyó; pero le llevaron una fotografía de Marta con la bebé. El hombre se llenó de celos y rencor, primero con él mismo, luego con su esposa, por lo que él creía que era una traición. Se dispuso a viajar lleno de veneno y odio en su corazón por la "mala esposa" que tenía. -Pensaba, tal vez le pueda devolver algo de la medicina que un día me dio, tomó su pistola y fue en busca de ella.
Al llegar parecía un demente, casi tumba la puerta de la casa de sus suegros, sin saludar entró en la residencia, empezó a buscarla por todas partes.
¿Dónde está esa mala mujer? ¡Aullaba cual animal herido! un día casi me asesina, nunca quiso darme un hijo y a un aparecido, le da una hija.
Marta, estaba alimentando a la bebita, cuando el hombre entró enfurecido, sintió un poco de miedo, pero al final le gritó… ¡No sea imbécil!
-Yo no soy de la misma ralea suya, está niña si es mía; pero es más suya que mía.
-Debería darle vergüenza entrar así a una casa decente, me hace el favor de salir de inmediato o llamo a la policía…
En esos momentos entró la madre de Marta, y gritó…paren éste burdo espectáculo de inmediato. Le contó toda la historia al sorprendido y apenado hombre, mientras su esposa fue y saco la carta dejada por Carmen para él, tomó la misiva, se sentó en un rincón de la sala y empezó a leer.
"Hola: Aunque solamente tuve la oportunidad de conocerte una vez, y desgraciadamente salió mal para los dos. En forma involuntaria de mi parte quizás yo fui la responsable, sé del daño causado a Doña Marta, su legítima esposa, ya le pedí perdón y espero que me lo haya otorgado.
Quiero que sepas que te ame intensamente en esa noche, que te entregue mi inocencia y me convertí en mujer. Me salió caro, muy caro amarte. ¡Pero que le vamos a hacer! fue el precio que pagamos, por una locura, pero valió la pena…
De esa noche de amor queda la pequeña Milagros. La he llamado así, porque ha sido un milagro para mi vida.
Me cambio todo y por primera vez pude ver mas lejos de mi nariz. Se la entregue a tú esposa, como ofrenda de amor por el daño que le pude causar.
Es tu hija, tómala, cuídala es carne de tu carne, sangre de los dos, ¡fruto del amor! imposible.
¡Pero es una bendición!
No se si me amaste…déjeme soñar que sí...
Yo te ame con locura, con pasión,
No me arrepiento.
Espero que en adelante ames a tu hija, tanto como yo le amo.
Con amor,
Carmen.
Segundo: El macho cabrío, fuerte y dominador, quedó atolondrado y anonadado. Sumido en una profunda depresión; cada día que pasaba se daba cuenta lo ciego que había sido, primero con su esposa y luego con la desdichada de Carmen, que en últimas fue la que pago el precio de su altivez. Trato de hablar con su esposa y convencerla de volver al hogar, pero ella sólo atinaba decir; hay que esperar, el tiempo es el mejor aliado y Dios tiene la última palabra, sólo él conoce el camino.
El adolorido hombre se fue pensando que hubiera pasado, si no aparece la madre de Marta en el momento que ella lo enfrentaba.
Una voz interior preguntaba ¿Qué? ¿Le hubieras disparado a tú esposa?
No sé, contestó, ¡Tal vez!
Por su parte Marta, abrió el sobre dejado para su hija, la misiva decía así:
"Amada Milagros:
Te hablo desde lo más profundo de mí ser,
Dios me regalo nueve maravillosos meses,
Sintiendo la calidez de tu cuerpo dentro de mi vientre.
Eres perfecta, un regalo del cielo,
Pero...yo no soy tu verdadera madre,
Sólo fui un instrumento en las manos de Dios,
Tú verdadera madre es Marta, la que está al pie tuyo todos los días.
La que te cuida y se desvela,
Noche a noche, la que te da cariño y te abraza con tanto amor,
La que te da las buenas noches, te besa,
Te canta, ríe y llora contigo.
Yo sólo te di parte de mi vida.
Tienes que tener presente que tú madre
Siempre estará ahí,
Ella clamó a Dios y él hizo el milagro a través mío.
La mujer no solamente, es madre cuando puede parir un hijo.
También se es cuando se cría, edifica, forma y educa.
Ten siempre presente que yo estaré conectada a ti y tú en mí.
A dónde quieras que tú vayas, yo iré contigo, nos une el lazo del amor.
Siempre te amaré,
Carmen.
Fin.
Escrito por:
Raúl Bernal Samudio.
Bogotá, D.C Junio28 del 2.008