martes, 7 de octubre de 2008

Reflexiones de Simonpetrus

“Alégrense con los que están alegres; lloren con los que lloran” (Rom. 12:15)

Cuenta el doctor Neil Anderson, en su libro (Diariamente en Cristo) que alguna vez unos amigos de su iglesia lo llamaron una noche para pedirle ayuda espiritual, pues una hija del matrimonio estaba muy grave en el hospital, él rápidamente acudió al centro hospitalario y encontró a la pareja sumida en una profunda tristeza, al verlos en ese estado lo único que pudo hacer fue sentarse a su lado y llorar con ellos, al rato salió uno de los médicos diciéndoles…lo siento la paciente murió.

Está familia después de enterrar a su hija viajaron a otra ciudad y años después en una reunión familiar le manifestaron: -nunca olvidaremos lo que usted hizo por nosotros cuando murió nuestra hija, supimos que nos amaba porque lloró con nosotros-.

En realidad lo único que el doctor Anderson hizo fue acompañarlos en su dolor, sentirlo como propio, ser solidario con ellos, darles ¡amor!

Y eso es precisamente lo que nos manda hacer Dios con todos nuestros hermanos y amigos, ¿pero que sucede cuando las cosas no andan bien en nuestra vida? sencillamente los mal llamados “amigos” desaparecen como por arte de “magia” y quedamos sumidos en una soledad terrible, además de saborear nuestro infortunio.

Generalmente cuando nos encontramos en una situación económica boyante, tenemos éxitos en él trabajo, estudios, vida social o vida sentimental, las amistades llegan como la lluvia en invierno, y ni que decir de los aduladores de golpes en él hombro y las muestras de “amistad sincera”
Historias de estás abundan en la biblia, en el libro de Job, se puede leer la vida de un hombre integro a los ojos de Dios, recto en todas sus actuaciones, justo y dadivoso con su gente, pero…Dios, permitió que se pusiera a prueba su integridad.

¿Y que paso con sus amigos cuando lo vieron en desgracia? sencillamente lo cuestionaron lo juzgaron –y de paso lo condenaron- ¿Estos caballeros eran realmente amigos? Claro que ¡no! (Ver libro de Job. Quizás el poema más extenso que se haya escrito jamás)

Ahora bien ¿conoces algún hermano o amigo que anda en dificultades? quizás en este instante le estás volteando la espalda al amigo de ayer… si con él que andabas de fiesta en fiesta, y que ahora está en la “mala hora de su vida” pues anda… les das un abrazo, le pides perdón, al fin y cabo mucha gente lo único que pide a gritos es que los escuchen y les den un poco de amor.

Recuerda es más hermoso dar que recibir, al fin y al cabo es mejor servir que ser servido…
Hasta el mismo Jesús –Siendo Dios- fue solidario y lloro con sus amigas Martha y María, cuando estás le contaron la muerte de Lázaro. (Jn.11:35)

Estamos llamados a ser solidarios, llorar con los que lloran, y desde luego reír con los que están alegres.

Padre: Yo te pido que bendigas a los que están sufriendo, arregles la vida de tantos que en este momento andan sin esperanza, regreses al calor del hogar a los ausentes y de paz a los afligidos, y por favor enséñanos a amar como tu nos amas.

Bogotá, D.C. Octubre 7 del 2.008