miércoles, 31 de diciembre de 2008

¡DAR FRUTO!

REFLEXIONES DE SIMONPETRUS


“Yo soy la vid verdadera, y mi Padre es el labrador. Toda rama que en mí no da fruto, la corta, pero toda rama que da fruto la poda para que de más fruto todavía.” (Jn.15:1-2)

La persona espiritual depende absolutamente de Dios que es una fuente inagotable de poder y que lo capacita para enfrentar cualquier situación por difícil que sea. -Es como árbol plantado a la orilla de un río que, cuando llega su tiempo, da fruto y sus hojas jamás se marchitan. ¡Todo cuanto hace prospera!- ( Pr. 1:3)

Si usted es la persona que hace balances el último día del año es bueno que medite en estos versículos de la biblia, pues si su confianza está en las cosas de los hombres y no en las manos de Dios definitivamente es de los llamados “naturales” -El que no tiene el espíritu no acepta lo que procede del espíritu de Dios, pues para él es locura- (1 Cor. 2:14) razón por la cual su proceder u pensamiento cambia radicalmente en las circunstancias críticas de su vida, pues vive en un desierto espiritual; depende de lo material, tal como lo describe él rabino: Harold Kushner. En las siguientes líneas: “¿Qué diferencia hay entre una persona que nunca necesita ayuda y otra que ha aprendido a buscarla en Dios? No es que la primera actué mal y la segunda bien. El ateo autosuficiente puede ser una persona buena y con principios. Pero es como un arbusto que crece en el desierto: si se basta a sí mismo, corre el riego de secarse y marchitarse cuando se le acabe lo que lleva dentro. En cambio, quien acude a Dios se asemeja a un árbol plantado junto a un arroyo: lo que comparte con el mundo proviene de una fuente inagotable, de modo que jamás se seca.”

“Yo soy la vid y ustedes son las ramas. El que permanece en mí, como yo en él, dará mucho fruto; separados de mí no pueden hacer nada. “(Jn. 15:5)

Si usted es espiritual deberá dar fruto donde Dios lo disponga, -trabajo, estudio, hogar, padre, esposa u hijo- pues usted no fue quien escogió ser hijo de Dios; él fue quien lo escogió a usted; fue él mismo Dios quien lo hizo hijo suyo . “No me escogieron ustedes a mí, sino que yo los escogí a ustedes y los comisioné para que vayan y den fruto que perdure.” (Jn. 15: 16)
Así que si no ha dado fruto en este año prepárese; porque tiene la obligación de darlo ya, y en abundancia pues para eso fue escogido…

¡FELIZ AÑO!!! 2.008 2009

Amado Dios: te doy gracias por él año que está terminando, por todas las cosas que me regalaste y enseñaste; gracias por la vida de todos los hermanos en la fe y aun por los que no te conocen y no te aman, es un año más cerca de ti.

Las citas bíblicas son tomadas de la N.V.I.

Bogotá, D.C. Diciembre 31 del 2008

domingo, 21 de diciembre de 2008

EL MILAGRO

Escrito por: Raúl Bernal Samudio.

Presuroso casi corriendo se desplaza Emilio por los pasillos del aeropuerto de la Ciudad de Cali, es veinticuatro de diciembre, -la alegría por las festividades navideñas es evidente en todos los rincones del terminal aéreo, se respira un aire lleno de ilusiones y esperanza...es navidad - regresa al hogar para reunirse con su familia y festejar la natividad; ingresa rápidamente al despacho de la aerolínea, lo recibe el empleado con una gran sonrisa… -- --bienvenido señor…
Entrega sus maletas y el pasaje para su revisión, coloca su maletín de trabajo sobre el mostrador mientras el encargado hace él chequeo respectivo; Emilio piensa en todas las cosas que le esperan a su llegada; lo primero comprar los regalos para sus hijas, familiares, amigos cercanos, y lo más urgente… él reporte que debe presentar a la empresa sobre sus actividades como ejecutivo de cuentas.
El empleado de la aerolínea le devuelve el tiquete con su pasa bordo y él número de silla que le corresponde en él avión; deberá esperar dos horas, el vuelo saldrá a las once a.m.
Emilio se va de tour por las instalaciones del aeropuerto; mira las vitrinas de los almacenes y disfruta de la belleza del lugar, por todas partes hay arreglos navideños y se escuchan villancicos, niños jugando y se siente el ambiente navideño. Se pone algo nostálgico por la ausencia del hogar…pues es tiempo de estar en familia.
Entra a una cafetería; ordena un café y busca una mesa en un rincón tranquilo lejos del ruido pensando en ordenar un poco su reporte de actividades y la gran cantidad de facturas y ordenes de pedidos que tiene pendiente por legalizar, algunos cheques y dinero en efectivo que no alcanzó a consignar en los bancos locales.
Al saborear el delicioso café saca su estilógrafo del bolsillo de su camisa y trata de encontrar su maletín ejecutivo pero… se da cuenta que no lo tiene, que hace rato no lo carga y lo peor no se acuerda donde lo dejó…el susto es terrible, empieza a correrle un sudor frío por todo el cuerpo; busca desesperadamente el dichoso maletín, en él está toda la documentación de la empresa –facturas, cheques girados por los clientes, efectivo, chequera y todas sus tarjetas de crédito, además de sus documentos personales-
Busca con desespero por todas partes; almacenes, restaurante, baños, salas de espera, oficinas de la aerolínea, pero nada…el maletín no aparece.
El mundo se le viene encima; como va ha decirles en la empresa que perdió todos los documentos que respaldan las operaciones comerciales que se hicieron en los últimos treinta días, y los regalos de sus hijas…
Todo se vuelve turbio, de repente se preguntaba ¿Cómo pude ser tan torpe y descuidar mi maletín, si en él está todo lo que hice en está correría? ¿Además él dinero que tenia para festejar la navidad; y lo peor no tengo ni un peso en mis bolsillos?
Realmente la pesadumbre corroía su corazón precisamente en este día; él vuelo ya estaba próximo para abordar no podía perder más tiempo. No le quedaba más remedio que ir a la estación de policía e instaurar la denuncia por la perdida de su maletín y asumir todas las consecuencias por su descuido.
Subió al segundo piso de las instalaciones aeroportuarias y pregunto por el inspector para contarle lo sucedido.
-Adelante… grito el sargento inspector ¿En qué puede ayudarlo?
El pobre hombre casi arrastrando los pies llegó hasta el escritorio del amable sargento; estaba a punto de llorar y le dijo:
-Vengo a poner la denuncia sobre la pérdida de mi maletín y todo lo que tenía en él.
-Ah ya veo dijo él inspector; siéntese por favor…
Emilio empezó su relato, hablaba despacio sollozaba; le contó al sargento todas sus desventuras… él lo escuchaba con atención y lo miraba con preocupación.
-¿Usted si busco bien? Le pregunto el sargento…
-Por todas partes, pareciera que se lo comió la tierra.
-Realmente es muy complicado el asunto, voy ha recibirle el denuncio, concluyo el sargento.
…Pasajeros del vuelo inter 348, favor abordar por la puerta 5; decían por el alto parlante del terminal, cada segundo la situación para Emilio era más dramática y estaba a punto de sufrir un colapso.
De repente entra a la oficina del inspector un agente diciendo…mi sargento: hay un caballero que dice que se encontró un maletín ¿Qué hago?
-Usted si parece bobo…como si no lo fuera; hágalo seguir…pero ¡ya!
Siguió al despacho un gentil caballero y dijo: sargento inspector; aquí le entrego éste maletín que encontré abandonado en una silla, ¡seguramente el dueño debe de estar muy angustiado por la perdida!
El inspector; abrió el maletín, comprobó lo que Emilio le había contado, estaba repleto de documentos y una enorme cantidad de dinero en efectivo, al revisarlo no faltaba absolutamente nada; dio las gracias al señor que lo entregó y le dijo: -Por personas como usted, honestas e integras es que sabemos que Dios está presente en todas partes… ¡muchas gracias!
Miro a los ojos al sorprendido Emilio y le preguntó ¿Este es su maletín?
El hombre grito…si, si… ese es mi maletín, ¡gracias, muchas gracias Dios mío!
Emilio: al recibir el maletín como que no creía lo que estaba sucediendo en ese momento, le parecía un verdadero milagro de Dios; abrazo al caballero, en ese instante lo vio como un verdadero ángel de mirada serena, apariencia impecable y trasmitía mucha paz; la luz resplandecía en su rostro.
Instantes después los tres hombres se dieron un fuerte abrazo y se desearon una ¡Feliz navidad!!!!!!!!

Bogotá, D.C. Diciembre 22 del 2.008

viernes, 12 de diciembre de 2008

LAS REFLEXIONES DE SIMONPETRUS

“Por lo tanto, siempre que tengamos la oportunidad, hagamos bien a todos, y en especial a los de la familia de la fe.” (Gál.6:10)

Nadie puede impedirle ser lo que Dios quiera que usted sea; algunas veces lo podrán defraudar amistades u familiares, quizás hasta decepcionarlo; pero nunca..nadie le puede quitar lo que Dios sembró en su corazón.

Desconozco quien puede ser el autor de las siguientes recomendaciones pero creo que son bien interesantes para aplicar en la vida de un hijo de Dios.

-La gente es irracional, ilógica y egocéntrica. (De todos modos ámala)
-Si haces el bien te acusarán de ulteriores motivos egoísta. (De todos modos, haz el bien)
-Si triunfas tendrás falsos amigos y verdaderos enemigos. (De todos modos, triunfa)
-El bien que haces hoy será olvidado mañana. (De todos modos haz el bien)
-La honestidad y la franqueza te vuelven vulnerable. (De todos modos, sé honesto y franco)
-La persona más grande de ideas más grandes puede ser echada abajo por la persona más pequeña de mente más pequeña. (De todos modos piensa en grande)
-Las personas favorecen a los subalternos pero siguen solamente a los jefes. (De todos modos, pelea por el subalterno)
-Lo que edificas en años puede ser destruido de la noche a la mañana. (De todos modos, edifica)
-Las personas necesitan ayuda en realidad, pero pueden atacarte si las ayudas. (De todos modos ayúdalas)
-Da al mundo lo mejor que tengas y te pateará la cara. (De todos modos, da al mundo lo mejor que tengas)

“Hagan brillar su luz delante de todos, para que ellos puedan ver las buenas obras de ustedes y alaben al padre que está en el cielo.” (Mt. 5:16)

Señor: te pido dar oídos sordos a las criticas mal intencionadas de los que no te conocen y te suplico dar entendimiento a mi corazón; para poder comprender tus designios en mi vida.

Las citas bíblicas son tomadas de la nueva versión internacional. N.V.I. Editorial Vida.

jueves, 4 de diciembre de 2008

MI PADRE FUE UN GRAN HOMBRE - AUTOR: Sergio Sinay

"Este bello homenaje a un padre desconocido llegó a mi correo...creo que vale la pena leerlo".
(simonpetrus)




Mi padre se llamaba Moisés. Era hijo de Miguel y de Lea. Fue hermano de Marcos y de Rubén. Fue el marido de Miriam. Fue el padre de Horacio y de mí. Era el abuelo de Iván y de Javier. Cuando murió, hace dos días, tenía 85 años.

Mi padre no fue un gran hombre. Pero hacía el más sabroso café con leche que jamás probé. Nos los preparaba cada mañana a Horacio y a mí, cuando íbamos al colegio, y nos lo servía con unos enormes panes con manteca y dulce.

Mi padre no fue un gran hombre. Pero pelaba las naranjas como nadie.
Las dejaba sin un rastro de hollejo, brillosas, lisas, tentadoras. Yo no quería comer naranjas si no las pelaba él.

Mi padre no fue un gran hombre. Pero llenó de libros nuestra casa de la infancia y los dejó absolutamente a nuestro alcance. Nunca dijo 'ese libro no es para vos'. Y así aprendimos a amar la lectura desde chicos.

Todavía hoy leo como entonces, como él. Con voracidad, con desorden, con placer.
Mi casa está llena de libros, las bibliotecas son los muebles principales.

Mi padre no fue un gran hombre. Pero a los 84 años aprendió a hacer señaladores de cuero, con sus dedos agarrotados, y me regaló uno, simple, bello y austero, con el que hoy guío mis lecturas.
Mi padre no fue un gran hombre. Pero cuando yo tenía 10 años y Horacio 7 y vivíamos en La Banda, Santiago del Estero, compró entradas y un 9 de julio nos llevó a la cancha del Club Mitre a ver a River, que venía de gira. Seguimos el partido subidos a un sulky, porque no había lugar para nadie.
Fue la primera vez que vi a River, y lo vi con Carrizo, con Lostau, con Labruna, con Pérez, con Pipo Rossi. Mi padre era hincha de
Independiente, nosotros nos hicimos de River.

Mi padre no fue un gran hombre. Pero nos llevaba cada domingo a la cancha a ver a Central Argentino, de La Banda, a pesar de que él era hincha del eterno rival, Sarmiento. Y hasta se alegraba con nosotros si ganaba Central.

Mi padre no fue un gran hombre. Pero una tarde de mi adolescencia, en la trastienda de la farmacia que él y mi madre tenían en La Banda, me explicó cómo se hacían los chicos.

Tartamudeaba y estaba rojo y sudoroso. Yo ya sabía, pero me fascinó su explicación.

Mi padre no fue un gran hombre. Pero un día, cuando cumplí doce años, se apareció en casa con el curso de dibujo de Los Doce Famosos Artistas como regalo. Y yo, que amaba las historietas, tuve como profesores a Hugo Pratt, a Alberto Breccia y a otros así.

Mi padre no fue un gran hombre. Pero cuando me acariciaba, y me acariciaba mucho, tenía las manos tibias; y cuando me besaba, y me besaba mucho, tenía los labios suaves y húmedos.

Mi padre no fue un gran hombre. Pero un día, cuando un chico más grande que yo, uno de los pesados de la cuadra, me estaba dando una paliza en plena calle, él apareció de la nada y cagó a patadas en el culo a mi enemigo.

Mi padre no fue un gran hombre. No me enseñó a manejar, pero resultó lo bastante confiado como para dejar las llaves del auto a mi alcance, de manera que una siesta las agarré, subí al Fiat 1500 verde y debuté por mi cuenta paseando durante dos horas, maravillado de que semejante artefacto respondiera a mis movimientos.

Cuando se lo conté, mi padre sonrió casi complacido, casi aliviado.

Mi padre no fue un gran hombre. Pero venía a verme cuando yo jugaba al basquet en los infantiles y en los cadetes del Club Olímpico y, al principio, me llevaba a los entrenamientos, y a mi hermano también.

Y aunque él era un patadura, yo, creo, jugaba para él, para que él me admirara.

Mi padre no fue un gran hombre. Pero, aunque jamás aprendió a andar en bicicleta, me sostuvo en la mía y no me soltó hasta que pude mantener el equilibrio por mí mismo. Y yo sabía que no me iba a dejar caer.

Mi padre no fue un gran hombre. Pero lagrimeaba de orgullo cuando nos presentaba a Horacio y a mí y decía 'Estos son mis hijos'. Lo decía con el mismo énfasis cuando éramos chicos y cuando nos hicimos hombres.

Mi padre no fue un gran hombre. Pero nadie sabía contar 'El patito feo' como él. Y nadie tuvo su paciencia para narrármelo una y otra vez, siempre con el mismo entusiasmo, cada siesta y cada noche de mi niñez temprana, respetando mi necesidad de volver a oír mi cuento favorito.

Mi padre no fue un gran hombre. Pero todavía a sus ochenta y pico era capaz de poner inyecciones como nadie, sin que sintieras ni el pinchazo ni el dolor. Muchas veces preferí inyecciones a otro remedio, porque sabía que estaba él para ponerlas.

Mi padre no fue un gran hombre. Pero descubría siempre los mejores chocolates.

Mi padre no fue un gran hombre. Pero hasta el último domingo de su vida leyó el diario de pe a pa y era un interlocutor informado y apasionado de los sucesos del mundo y de la vida.

Mi padre no fue un gran hombre. Pero amaba el cine y las películas y nos enseñó a amarlas junto a él; nos llevaba a las matinés del cine Renzi y a los estrenos del Petit Palais, del Grand Splendid, del Select o del 25 de Mayo. Disfrutaba como un chico de las de cowboys y hacía el sacrificio de llevarnos cinco días seguidos a ver 'La Cenicienta' o 'Sansón y Dalila, con Víctor Mature y Hedy Lamar. Ahora, en sus últimos tiempos, seguía contando escena por escena, como un personaje de Manuel Puig, cada película que veía en el cable, y lloraba de emoción o de bronca, según fuera una escena de amor o de injusticia.

Mi padre no fue un gran hombre. Pero era el mejor público para contarle un chiste. No había que hacer grandes esfuerzos narrativos, él se descomponía de risa por el sólo hecho de saber que era un chiste.

Mi padre no fue un gran hombre. Pero cada vez que mi madre se lo pedía era el mejor ayudante de cocina. Nunca vi a nadie batir claras a nieve, como él. A mano.

Mi padre no fue un gran hombre. Pero tenía la letra más bella y firme que yo conozca. Me fascinaba ver cuando escribía cartas, cuando firmaba boletines o cuando hacía los discursos que después leía en las reuniones de la colectividad judía santiagueña; yo observaba hipnotizado cómo iba surgiendo sobre el papel el dibujo de su caligrafía y cómo él mismo disfrutaba mientras su mano cobraba velocidad, calor e inspiración.

Mi padre no fue un gran hombre. Pero me enseñó, con sus actos, que un hombre sí puede llorar. Él lloraba de emoción o de dolor.

Mi padre no fue un gran hombre. Pero supo despedirse antes de partir. El domingo a las cinco de la mañana me desperté y no pude volver a dormir por un largo rato. Era una hora silenciosa y quieta. De marea en baja.

Entonces supe que, en la sala de terapia intensiva del hospital, él estaba muriendo.

Que me despertaba suavemente, como cuando en las mañanas frías del colegio se acercaba a mi cama, me tocaba suavemente el hombro y me decía, en un susurro, 'Pichu... arriba'. Y que esta vez lo hacía para despedirse.

En mi cama, en la oscuridad, no luché contra el insomnio, simplemente me despedí de él, le deseé buen viaje, le agradecí lo que tenía que agradecerle y le hice saber que, por mi parte, no había cuentas pendientes entre nosotros.

Ninguna. Me dormí nuevamente a las siete y el teléfono sonó a las ocho para pedirnos que fuéramos con urgencia al hospital. Entonces le dije a Marilén: 'Mi Viejo murió hoy a las cinco y media, es eso lo que nos van a informar'.

Un par de horas después, nos entregaron un certificado de defunción que decía: 'hora del fallecimiento: 5:30'.

Mi padre no fue un gran hombre. Pero enfrentó a la muerte entero y vivo. Peleó con sabiduría, conocedor de que la batalla sería posible mientras hubiera equivalencia. Cuando sintió que ya estaba, que había hecho lo suyo, que las reglas de juego habían dejado de ser parejas, dijo basta.

No lo dijo como un derrotado. Había comido una porción de las grandes (como a él le gustaban) de la vida; su último año y medio había sido de placer, de reivindicación y de buena vida.
Entonces decidió que estaba a punto y murió. En su muerte, fue un modelo. Y no es poca cosa.

Mi padre no fue un gran hombre. Pero murió como un señor. Sin degradarse, sin deterioro, sin corromperse, como una persona íntegra y consciente.

No huyó, no tuvo miedo, llegó vivo a su muerte. Y cuando lo vimos, antes de ocupar su cajón, su rostro era plácido, pacífico, como quien sueña sueños íntimos y felices o como quien observa deslumbrado algo que lo hará feliz pero de lo que no quiere hablar. Era, en ese momento y en ese lugar, en la morgue del hospital, nada menos, un viejo hermoso y sereno. Así nos despidió.

Soltándose, soltándonos.

Mi padre no fue un gran hombre. Pero fue honesto.

Mi padre no fue un gran hombre. Pero fue amoroso.

Mi padre no fue un gran hombre. Y no importa. Los grandes hombres ocupan, a veces, demasiado lugar. Asfixian. Y son acreedores de deudas que nos hacen la vida más pesada. Visto así, por suerte, mi padre no fue un gran hombre.

En muchas cosas fue sólo un pequeño hombre. Pero más allá de todo fue algo más difícil y más importante. Mi padre fue un buen hombre.

Agradezco eso.
Gracias, papá, por tu vida...

martes, 2 de diciembre de 2008

LA LEYENDA DEL AMOR ETERNO. (HISTORIA INDIGENA)

Un día el hijo de un bravo guerrero se enamoró de una joven muy bella y ambos decidieron casarse tras lograr el permiso de sus padres.
Como se amaban tanto y sabiendo de los peligros de la convivencia, decidieron visitar al brujo de la tribu para que les preparase un conjuro que hiciese su amor y su alianza realmente eternas.
El brujo le dijo al guerrero: Ve a las Montañas del Norte y sube a la más alta que encuentres y cuando estés en su cima busca el halcón más vigoroso, el más fuerte y más valiente de todos.
Debes cazarlo y traerlo vivo aquí.
Luego dirigiéndose a la hermosa muchacha le dijo: Tú ve a las Montañas del Sur y busca en la cordillera el águila más cazadora, la que vuele más alto y de mirada más profunda.
Tú solita debes cazarla y traerla viva aquí.
Tras varios días de andar por las montañas, el guerrero y la muchacha consiguieron sus objetivos y volvieron muy satisfechos con las hermosas aves junto al brujo.
-¿Qué debemos hacer con ellas? –le preguntaron- Son hermosas y fuertes estas aves, ¿Verdad? –les preguntó el brujo. - Sí, respondieron ellos.
Son las mejores que hay y nos costó mucho capturarlas.
- ¿Las visteis volar muy alto y muy veloces? –les preguntó el brujo de nuevo.
- Sí . Volaban más alto y más rápido que ninguna –respondieron los dos.
- Muy bien. Ahora quiero que las atéis la una a la otra por las patas.
Los dos jóvenes así lo hicieron y siguiendo las instrucciones del brujo después las soltaron.
Las pobres aves intentaron echar a volar pero como estaban atadas la una a la otra se estorbaban y no pudieron hacerlo.
Lo único que conseguían era tropezarse la una con la otra y haciéndose daño se revolcaban por el suelo.
- ¿Veis lo que les sucede a estas aves? –les dijo brujo-
Atadas la una a la otra ninguna es capaz de volar mientras que solas lo hacían muy alto.
Este es el conjuro que os doy para que vuestro amor sea eterno:
"Que vuestra alianza no sea atadura para ninguno sino fuerza y aliento para crecer y mejorar como personas"
"Que vuestro amor no os cree dependencias sino que manifieste el cariño y la solidaridad de quienes comparten el mismo pan"
"Respetaros como personas y dejar que cada uno pueda volar libremente para ir aprendiendo a volar juntos por el ancho cielo".
"Si actuáis así vuestro amor podrá ser realmente eterno porque nunca será una limitación sino un estímulo para que cada uno pueda crecer".
Cierto es que todo lo que limita al alma muere tarde o temprano en esta vida porque nuestra ley suprema es la del crecer y evolucionar como personas.
Muere un amor desgraciado que atenaza a los amantes y los oprime como personas.
Muere con la alegría como quien de repente sale libre de una cárcel donde prisionera estaba su alma.
Pero también muere un amor feliz aunque muera con pena.
Muere cuando reblandece a los amantes y los hace más vulnerables y dependientes como personas.
El único amor que nunca muere, el único amor que supera incluso a la muerte es ese pacto sagrado de las almas por el que ambas se ayudan en su evolución, por la que ambas se respetan para que puedan ser libres y a la vez solidarias entre sí.
Si quieres que tu amor sea realmente inmortal, no ahogues con tu abrazo la libertad de tu amante y que vuestro pacto sea siempre el del mutuo crecimiento.
Que vuestro amor os de fuerzas para volar muy altos como las águilas en el cielo, para volar juntos trazando círculos en el cielo y también para saber volar en solitario sin apegos y sin miedos.
Sólo así vuestro amor podrá ser realmente eterno porque no solo será alimento y gozo para el cuerpo sino fuerza para vuestro espíritu.

(AUTOR ANÓNIMO)